sábado, 27 de marzo de 2010



TERREMOTO
Hablar de esto es un reconocimiento del sufrimiento de cada uno, y nos prepara para comenzar una nueva jornada de trabajo escolar. Este pequeño espacio de reflexión nos conecta con las emociones dolorosas que todos estamos sintiendo al momento de reintegrarnos a clases, y las valida. Nos permite a la vez ser solidarios con el dolor de nuestros compañeros de trabajo y nuestros compañeros de curso.




Hablar de esto es un reconocimiento del sufrimiento de cada uno, y nos prepara para comenzar una nueva jornada de trabajo escolar. Este pequeño espacio de reflexión nos conecta con las emociones dolorosas que todos estamos sintiendo al momento de reintegrarnos a clases, y las valida. Nos permite a la vez ser solidarios con el dolor de nuestros compañeros de trabajo y nuestros compañeros de curso.



El sentido de los rituales es marcar el paso de una etapa a otra, pero no el olvido, el borrón y cuenta nueva. Este ritual permite que podamos retomar el trabajo escolar sin sentir que para hacerlo tenemos que olvidarnos de todo el sufrimiento y el horror que hemos vivido y que estamos viviendo. También es una señal explícita de que podremos seguir hablando del terremoto, del horror del maremoto, de la enorme tristeza de las pérdidas dentro del contexto escolar. Dar un espacio en el momento inicial para hablar acerca de esto, indica explícitamente que es posible seguir hablando, pero a la vez, nos permite “no quedarnos pegados” en los hechos dolorosos y seguir adelante. Es probable que en muchos establecimientos se lamente la pérdida de niños, niñas, de profesores. En esos casos el espacio para comenzar a elaborar comunitariamente el duelo, debe ser más amplio. Idealmente las primera actividad del día debería ser, para cada curso, un espacio de conversación acerca de lo que le ha ocurrido a cada uno. “Dónde estaba yo en el momento del terremoto, con quien estaba, a quién me acerqué, qué pensé”. Conversar acerca de los eventos traumáticos permite descomprimir las emociones, compartirlas y reconstruir las narrativas personales de lo que ha ocurrido. La recuperación de la narrativa permite darle sentido a las experiencias dolorosas, e integrarlas a la historia que cada uno de nosotros nos contamos acerca de nuestras vidas. Los profesores, cuando se les permite, son tremendamente creativos. Las situaciones de crisis son una oportunidad para el desarrollo de la creatividad y esto puede ponerse al servicio de la elaboración de estas situaciones tan dolorosas en los niños, niñas y jóvenes. Y de paso, también para los adultos.



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